Inteligencia racional, inteligencia un tanto manipuladora, arrogante, insensible, de siglo decimonónico, de objetividad premeditada, y siempre con la legitimidad como bandera, desaparece al ser enfrentada al instinto. Como dice Amaiur Macías, las verdades absolutas desaparecen al ser reconocidas y para ello… que mejor que la improvisación y el riesgo. Despojar a las situaciones de sus estereotipos, enriquecerlas de lenguajes invisibles, hablar de esos lenguajes, reinvidicarlos, mostrarlos, defenderlos, legitimarlos a costa de todas esas voces que ocultan sus verdaderos sentimientos bajo máscaras de palabras bien estructuradas, situaciones legitimadas con moralidad convencional, tejemanejes y escudos para no afrontar quiénes somos, de qué materia estamos hechos, para no ver que la interpretación de lo que sucede en el presente va mucho más allá que cuatro palabras, que los ojos dicen lo que las bocas callan. Que nos hemos acostumbrado a depender de frases, oraciones, que anulamos el lenguaje del resto de los sentidos para establecer un acuerdo de comunicación pobre y mediocre. En cada diálogo hay un lenguaje de mil lenguas que aquéllxs que tengan la suerte de acceder a él, sabrán a qué sabe la vida, a que huelen los ojos, que escuchan las miradas y que ven las orejas sin embargo… Hay que trabajárselo y ahora viene la pregunta ¿Cómo?
Improvisación y presente. Confianza en los recursos: creatividad y poder de acción ilimitado que escoje lo preciso en el momento adecuado. Mucho presente y mucha confianza. De esto se trata. Eso creo. La improvisación vital acerca a las personas a nuevos conocimientos. Las enfrenta a situaciones descubiertas de formas y reglas para quedar bien, hacerlo bien, hacerlo como se debe… Las obliga a generar nuevas historias en una situación concreta utilizando para ello todos los recursos presentes a su alcance. La improvisación escénica está cargada de subversión. Destruye la interpretación común, social, convencional y construye otras maneras de entender el tiempo, el espacio, los objetos y las personas. Es un lenguaje mucho más espóntaneo donde los sentimientos (de sentidos, de sentir) explican la realidad. Partiendo de esta convicción, os hemos preparado una sorpresa a modo de ejemplo:
Itiziar Markiegi, Miriam Petralada (Magmadam) Sebastian Brache y Tunipanea, expertos todos ellos en este arte vital, especializados en lo que a lo sonoro se refiere, nos acompañarán el miércoles 22 de Junio a las 20:30h para mostarnos que el mundo de la sensación sonora va mucho más allá de la armonía (concepto muy amplio limitado por unas matemáticas sociales otra vez mediocres y pobres). Una almagama de almas instrumentales se unirán en orquesta tomando a la improvisación como herramienta y ofreciendo un concierto irrepetible de instrumentos insólitos y experimentación arriesgada.
Tunipanea está residiendo en La Karpintería al igual que Magmadam lo estuvo el año anterior. Ambos son habituales en nuestro local y se sienten como en casa. Sébastien Branche es francés. Está de gira por la península. La semana pasada se hizo sentir en el Club Larraskitu (colectivo de experimentación sonora, de trayectoria amplia y autogestionado ubicado en un edificio industrial en la zona bilbaína de Larraskitu) y en Gasteiz en la sala «La Monstrenka» y este miércoles, lo hará en nuestra casa a tacto de saxofón.
La entrada será de 3 euros e irá íntegramente a lxs artistas