Jueves 16 de Octubre | 20:00h – 21:30
Friqbil Band es un canto a la tradición para superar la traición. Traición de sueños. Alguien nos dijo hace algún tiempo: Tendrás dinero y tendrás progreso. Y nosotras, todas las personas que divagamos vagabundas por este globo, nos lo creímos. Como nos lo creímos, montamos nuestras ilusiones sobre esa base que ni se come ni se siente. Se sienten los abrazos, los besos, las palabras, las canciones. La guitarra, la percusión, el coro de almas que abren su pecho para expresar sus sentimientos. Eso se siente, y se comen… los frutos de la tierra: los tomates en verano, la cebolla en invierno y los rábanos del Huerto de San Francisco. Todo esto se siente y se come. El dinero se toca, huele, se ve, se oye y sabe, pero por si sólo, es un trozo de papel tratado y manipulado con un fin muy concreto: Sustituir a lo que se siente y se come en el intercambio. En si, la idea puede ser eficaz, consecuencia de una necesidad de objetividad y criterio. Sin embargo ¿Hacia dónde ha caminado esta idea? Ya no necesitamos trabajar la tierra, ni el tacto, ni el tú a tú para realizar nuestros intercambios. Basta con coger el trozo de papel y cambiarlo por algo que está muy lejos de tu manufacturación. Nos hemos alejado del proceso de creación material, de dar vida (vida de la que respira, nace, crece, muere y se transforma en abono) y nos hemos acercado a un tipo de creación que muy lejos de surgir de la espontaneidad y de satisfacer las carencias del presente, se asienta sobre un futuro y un pasado teñidos de ratios y normas que cohiben nuestra forma de hacer, hasta llegar, en las peores ocasiones, a desaparecer. Hablo de la creatividad, y de los sueños rotos que con la juventud se levantan, hablo de medios de comunicación, egos, intereses, codicia e individualismo. Hablo de África y de la inmigración, hablo de hipotecas y plazas con asientos unipersonales. Hablo del fetichismo de la mercancía y de alienación. Hablo de recuperar aquello que nos hace libres e independientes. Hablo de apropiarnos de nuestro saber hacer.
Y apropiarse de su saber hacer y compartirlo (muy diferente a intercambiarlo) es lo que esta banda venida de África y asentada en Bilbao, quiere hacer. Y con el gusto de haber podido disfrutar de su música y de su saber estar mientras despliegan arte con esa humildad que te eriza el vello durante un ensayo en La Karpintería a la luz de las lamparitas, puedo afirmar que es precioso. Estos tres chicos tienen ganas de mostrar y compartir lo que saben, que es hacer música. Una música que mezcla lo tribal con lo intenso sin caer en la melodía fácil y repetitiva sino que rasgada por la espontaneidad y la escucha mutua, los convierte en canales de transmisión. Tres músicos que creen en lo que hacen y a los que les mueve la esperanza de que su saber hacer se convierta en pan y casa. Tres personas motivadas por expresar sentimientos utilizando sus voces, sus manos y sus sentimientos. Porque si algo sentí cuando tuve la maravillosa oportunidad de escucharlos en intimidad, es que estos chicos no hacen música para aparentar ser músicos sino que la hacen porque es con lo que respiran, y que además, si no la hicieran, dejarían de ser ellos mismos.
El 16 de Octubre a las 20:00h. La Karpintería se transformará y quizá cambiemos las posiciones, y quizá no haya espacio escénico ni diferencias, y quizá con mucha suerte y con mucho amor, consigamos llegar a sentir que la vida no sólo se intercambia sino que fundamentalmente, se comparte.
Pondremos un bote para la reconstrucción del sueño pan y casa.