De las cenizas que deja la niebla, se forma una silueta que sujeta una guitarra, sus intenciones son claras, quiere sacudir vuestras almas. ¿Sus armas? guitarras de cristal, punzantes a la par que delicadas, frágiles; Sintetizadores densos y profundos; Ritmos húmedos y espaciales. Gritos, alaridos y susurros. Todo fluye desde las entrañas. He aquí Ubriel.
De una cabeza hiperacelerada como la de Maite y una dispersión mágica como la de Aingeru, solo podría salir un concepto como el de Jesucrista. Tan cercano a cosas que ya conocemos y tan alejado de todo lo que hemos escuchado. Un sin Dios, un haga usted lo que pueda, un sálvese usted primero que ya me quedo mirando al firmamento, un despropósito que enamora a la primera escucha, en definitiva, un poco de todo y un mucho de nada, con pinceladas de aquí de de allá, que convierten a esta banda en algo único, inclasificable.
Después de lanzar una de las mejores demos del año anterior han estado un año en barbecho, buscando gente que estuviese tan locos como ellos, y vaya si los han encontrado, encaminando esta amalgama sónica hacia nuevas fases y puntos de partida. Esperemos que este renacimiento solo sea el comienzo y la Karpinteria sea testigo de ello.