La Karpintería nace gracias a la necesidad de impulsar un proyecto social y artístico de incidencia local. Cuando formamos Histeria Kolektiboa nos dimos cuenta que el local que acogiera nuestros proyectos también podría acoger otros si las dimensiones y los recursos técnicos eran adecuados. Bajo esta premisa, alquilamos un local en el barrio bilbaíno de San Francisco (en concreto en la calle Cortes) con el fin de desarrollar esta labor y nos dotamos de lo necesario para la gestión y realización de proyectos artísticos ligados con la música, el teatro, performance, danza, acción urbana, cultural y activismo social. Por otro lado, consideramos también que era de vital importancia que La Karpinteria también fuera un espacio dedicado a la formación.
La dinámica que La Karpinteria ha generado desde 2013 hasta la actualidad, ha sido muy positiva ya que además de fomentar el arte local, emergente, precario y marginal, también nos ha servido como herramienta de comunicación al propio colectivo, sirviendo de plataforma para mostrar tanto trabajos propios como ajenos. Desde su apertura, han pasado multitud de artistas y público pudiendo ambas partes contactar de forma personal y en cierta medida, íntima, rompiendo las fronteras tradicionales que suelen separar a los creadores del resto de las personas. Las mujeres que trabajamos en este proyecto siempre hemos intentado guiarnos hacia la sencillez y la humildad, buscando comprender y crear un arte colectivo, un espacio liminal dentro del barrio de San Francisco que supusiera un acercamiento al arte desde una perspectiva común, solidaria, innovadora, creativa y crítica.
La karpintería es un espacio de reunión, colaboración y porque no decirlo, magia. Es un lugar en el que plantear sueños e intentar hacerlos realidad. Un refugio. Un local donde diferentes personas con sus singularidades, propuestas, personalidades, dudas, miedos y ansías, se conocen y trabajan juntas. Tiene sus puertas abiertas a toda persona y colectivo que desee expresarse utilizando la cultura, el debate y el arte como herramientas. Es capaz de acoger singularidades, hacerlas colectivas y regalarlas por amor al arte. Para ello usamos diferentes formatos: residencias artísticas, talleres creativos y/o experimentales, creación audiovisual y escénica y asesoramiento para profesionales del sector.
Nuestra andadura empezó en el 2013 con propuestas variopintas pero con una esencia común: lo marginal, lo pequeñito, lo original y lo hecho con mimo y detalle. En un principio nos abocamos al formato microconciertos y microteatro de índole local, en la actualidad seguimos con ello, aunque el tiempo y la dinámica que la propia Karpintería ha ido acogiendo, ha perfilado una línea morada que no prevista de antemano, hoy es innegable: cuerpo, sexualidad, mujer y performance se recogen entre nuestras paredes fomentando la creación artística y cultural hecha por mujeres. Todo empezó en el 2104, cuando en la fina línea de la precariedad, decidimos buscar recursos institucionales para manternos. La vieja fórmula de la cerveza, que en un principio se presentó como forma de autogestión, fallaba por todos lados y tuvimos que buscar alternativas. En esta búsqueda aparece Fábricas de Creación, ayuda otorgada por el gobierno vasco que dota de recursos a centros culturales. Con esta ayuda y con la elaboración del dossier correspondiente para aspirar a ella, La Karpintería empezó a marcar las líneas que nos interesaban, también las que estábamos escuchando en las calles, en nuestros círculos, en lo que nos rodeaba. Comprobamos que muchas mujeres venían a nuestro espacio con ganas, ilusión y creatividad, y entendimos que nosotras estábamos allí para dar salida a todas esas motivaciones. Gracias a esta escucha, en la actualidad podemos decir que hay un número considerable de proyectos que han pasado por nuestras manos y que están firmados por mujeres.
Aparte de nuestra ya más que aceptada línea morada, hay otras que también confluyen. Hijas de una sociedad ecléctica, no podemos negar nuestra diversidad. Es cierto que es especialmente de las mujeres y de lo local de lo que mamamos, sin embargo, no queremos que esto sea motivo de exclusión para nadie y por ello, también lo masculino y estatal tienen presencia, mucho más discreta pero no menos importante, y es que si no hubiera sido por muchos, no habriamos podido crear el espacio y darle comodidad y belleza, al igual que tampoco habríamos tenido la oportunidad de sentir el panorama musical y poético de Valencia, de recitar poesías colectivas o fluir más allá con la melodías extrañas y delicadas de una madrileña subversiva (Rosalia Mowgly).
La Karpintería nace con una filosofía de fondo, muy profunda y difícil: transformar la cultura apartir de la creatividad, la reflexión y la espontáneidad. Ahora podemos entender que lo hacemos, y también, que es un trabajo de araña, de creación en red, de árbol centenario que para convertirse en maduro, necesita mucho tiempo y cuidado.
En esto estamos, y para ello, nos es más que fundamental vuestra ayuda y fantasía, y es que sin vuestros sueños, nosotras no podríamos estar tan enamoradas de este proyecto de agonía (agonía significa lucha en griego), histeria (útero) y amor.