La performance es la ejecución por parte de una persona(s) de una acción estructurada pero no detallada. Es la cuestión específica de un sitio en un momento en concreto. Es lo más cercano a la improvisación y a la poesía experimental de las artes vivas. Es el agarre de técnicas y el desarrollo de una situación con éstas mismas o por estas mismas. Es el espacio donde el espacio es todo y el tiempo es quién dicta la acción. Es la posibilidad de desprenderte del personaje social e ir a tú yo neutro. Es soltarse la melena y hacerlo desde el lenguaje poético con arrojo e incertidumbre, y es que… si no se hace así, no funciona.
En el siglo XIX un grupo de poetas empieza a subvertir los cánones de la poesía. Comienzan a cuestionar la forma tradicional de escritura de su tiempo, no sólo en cuestión semántica sino también física, visual, auditiva… En este cuestionar se entrometen en otras disciplinas artísticas, y ni cortos ni perezosos, con el surrealismo y la vanguardia como principio y aliento, empiezan a casar a las palabras con las imágenes; con formas de ver, escuchar, existir y la performance va tomando poso y el soneto alejandrino, perdiendo devotos.
A principio de septiembre de este año, un grupo de personas llamadas “Las bastardas” comenzamos a reunirnos en La Karpintería para trabajar y aprender sobre ella, y decidimos hacerlo de forma intensa: 6 talleres intensivos con 7 personas de lo más intensas. Durante tres meses hemos estado trabajando codo con codo, manta con manta, té con té, palabra con palabra, lágrima con lágrima y aliento sin aliento. Personalmente, en este proceso he descubierto que la performance es una excusa maravillosamente creativa para aprender de la vida. Y es que la vida… es capaz de sorprender siempre… a veces es tan profunda que todo pierde el valor para quedarse como única protagonista de la existencia. Quiero decir, que hasta el arte pierde importancia cuando ella decide hacer valer su acto de presencia. Y la performance si algo es, es una cuestión de presencia.
Vida y performance se han dado la mano en este proceso creativo de fines de semana y muchas horas seguidas para encontrar la poesía de lo que queríamos hacer. Siempre teniendo al receptor/a como parte de nosotras mismas, preocupándonos por ella y todo lo contrario. Siendo conscientes de que lo que cada una de Las Bastardas estamos construyendo, va dirigido hacia personas, y que aún siendo nuestro, deja de serlo en el momento que decidimos compartirlo. Los procesos creativos colectivos y las ofrendas que cada persona debe hacer al grupo, también tienen mucho de esto. Y es que si se hace bien, o simplemente se admira y se le extrae la belleza al momento, puede funcionar y ser un acto de generosidad y creación muy realizador. tanto para el grupo (público) como para la persona (creadorx).
María Cruz Planchuelo, Jazmina Fuentes, Ramón Churruca, Blanca Ortiga, Magmadam y Espe López han sido las personas que nos han acompañado en este proceso. Y no sólo nos han acompañado sino que también han compartido con nosotras sus cocimientos. Han puesto a nuestra disposición su saber para la construcción de las piezas, o simplemente, o mejor dicho, para enriquecer nuestro imaginario creativo. Cuerpo, danza, poesía, sonido, presencia, conceptualización y juego han sido los pasos para agrandar nuestra creatividad. Ha sido un proceso largo, que concluirá por primera vez el 18 de diciembre y que esperemos tenga réplicas en otros lugares y situaciones, por una cuestión de justicia y honra poética; por aquellxs del siglo XIX que fueron irreverentes, creativos, generosos y seguramente, románticos.